no sé qué día es, nunca sé qué día es cuando estoy contigo, ¿cursi, cierto? qué más da, así me crío mi mami. era algo tarde para la hora que habíamos establecido, pensé que ya no estarías en el lugar acordado ya que a nadie le gustaría esperar quince minutos frente a la entrada del cine, por fin llegué, con el cabello desarreglado y la sudadera que llevaba la traía por los antebrazos a punto de caerse sí no fuera por el ramo de flores que llevaba en mi mano, unos tulipanes blancos junto a unos toques de nubes, me disculpé casi en llanto por haber llegado tarde cuando fui yo quien propuso salir, me sonreíste y arreglaste tanto mi cabello como la sudadera con una ligera risa, tomaste el ramo agradeciéndome con un beso de tus cerezos en los míos, juré fallecer en ese momento. minutos antes de que la película acabara fuimos a rellenar nuestros botes y cajas para salir corriendo a otra sala sin que sospecharan, idea tuya cabe recalcar, nos vimos dos películas y comimos palomitas como sí el mañana no existiese, después de ello nos fuimos a pie a algún parque cercano sin ningún plan en específico pero nuestros pies terminaron doliendo de tanto haber bailado junto a algunas parejas mientras la música sonaba por los instrumentos de un grupo de señores que estaban en el lugar, no sabíamos bailar ese tipo de canciones pero había varias personas que tampoco sabían y poco nos importó así que solo terminamos moviéndonos como nuestro cuerpo pidiera, eso hasta la última canción que fue tocada, una lenta casi como un vals, la bailamos abrazados con una sonrisa imborrable en nuestros rostros finalizando la pieza con un beso lento bajo la luz de la luna y las estrellas.
