Escribí esto de aquí con quince años. No merece la pena. XD

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Hace algunos años empezó el rumor de los libros perdidos. Y no, no era el de los niños perdidos de Peter Pan. Eran los libros perdidos... Libros que, como su nombre indica, nadie leía ni admiraba. Algunos de ellos eran auténticas obras de arte menospreciadas. Pobres libros perdidos,  abandonados a su suerte... Muertos. 

Sí, los libros morían. Pero como toda alma llega a su País de las Maravillas particular, cada libro, cuando muere, llega a las manos de su más fiel lector...

Esa soy yo. Aquella que lee lo que nadie sabe apreciar. Aquella que ama lo inusual, diferente... Aquella que no sabe abandonar como ella misma fue abandonada. Aquella, aquella soy yo. Nadie más que yo.

La melancolía me suele acompañar, no lo niego. Para combatirla me encierro entre páginas y páginas de libros. Unos perdidos, otros no tanto... Intento no asesinar a los muggles pesados, ni a los mundanos. Mucho menos a los mortales y a algún que otro muto que me cruzo.

Vivo perdida entre libros. A veces despierto en Narnia, acaricio un poco a Aslan y luego acabo en Idhún huyendo de algún que otro Shek. No sé quién es mi padre divino por lo que aún me alojo en la cabaña de Hermes, aunque normalmente paso el año escolar en Hogwarts.

¿Has leído todo? Vaya, gracias entonces por prestarme atención pequeña personita. (Pido perdón a los enanos si se ofenden y ruego a los elfos que no se rían de ellos).

Diría que nos vemos, pero estoy segura de que ya has entendido que prefiero mil veces leer que respirar, así que hasta que se me acabe el libro, supongo.