—Somos amigos —dije, porque no tenía ningún otro título para lo que éramos. Nos habíamos besado de formas que eran ilegales en cuarenta y nueve estados, pasamos juntos cada momento libre en la escuela, me cuidaba, me miraba, pero estábamos hasta donde yo sabía, no en forma exclusiva. No tenía demanda sobre él, aunque lo deseara. ¿Pero él quería lo mismo?