Sentado en uno de los asientos más alejados a los demás pasajeros del tren, Sulayman recostó su hombro contra la ventana mientras intentaba encontrar una posición cómoda para conciliar el sueño. Las horas que tendrían que pasar hasta que llegara a su casa serían muchas, ya que el trayecto desde Berlín hasta Hamburgo era un tramo para tener en cuenta.
Antes de darle un último vistazo a su teléfono, que reproducía la canción "Find Yourself" de "Before You Exit, Great Good Fine Ok" colocó cerca de él la mochila Neocroc negra que llevaba consigo.
Sin embargo, se percató de que la cremallera estaba mal cerrada, así que rápidamente intentó deslizarla, sólo para darse cuenta de que estaba enganchada.
—Qué manera de hacer el tonto... —suspiró molesto.
En pleno forcejeo (tal vez, demasiado delicado) con la mochila, una pequeña fotografía salió de ella disparada hasta estrellarse contra el asiento que tenía delante de él.
Discretamente la recuperó, dejando de lado su pequeña batalla con la cremallera rebelde.
Sonrió sin poder evitarlo al reconocerse en aquella foto (cuya esquina inferior derecha estaba doblada), en el mítico partido al que Sayen asistió a verlo jugar a baloncesto por primera vez.
Algún fotógrafo aficionado había captado el momento en el que, dos palmos más arriba que su oponente, alzaba el brazo y encestaba. ¿Pero qué era aquello que se apreciaba entre su antebrazo y el aro de la canasta?
Juntó las cejas, concentrándose en darle una identidad a lo que fuera que había captado su atención.
No. No podía ser cierto... ¿Sayen? De pie en contraste con el público sentado, alzando los brazos y, posiblemente, moviéndolos, a juzgar por lo borrosos que se veían.
—Say...
Sulayman se recostó en el asiento, sonriendo divertido. Rió.