llegó a casa después de un día de trabajo, afortunadamente no fue tan atareado, nunca lo es. lo primero qué hace es ir a la cocina para beber un vaso de agua, cargaba sed en el camino. luego de eso, se dirige a la habitación qué comparte con su prometido y al abrir la puerta, se encuentra con una extraordinaria sorpresa. — ajax, ya lle- — no termina la oración, puesto qué se queda paralizado observando el escenario frente a él: los bebés finalmente habían salido del cascarón, por fin sus hijos habían llegado al mundo. lentamente se acercó a la cama, notó que los nenes estaban durmiendo, acurrucados al cuerpo del pelirrojo. — oh, ajax... — una sonrisa acompañada de unas cuantas lágrimas de felicidad adornan el rostro del ex - arconte. — ¿estás bien, cariño? — ajax lucía bastante cansado, por no decir demacrado... las bolsas negras bajo sus ojos delataban el qué no había podido descansar. — te ves demasiado cansado... — se sentó a su lado, acariciando sus cabellos mientras le dejaba un beso en el cuello. — ¿por qué no duermes un rato? ahora qué estoy aquí, puedo encargarme de nuestros hijos. — tomó su mano, entrelazando sus dedos. con su otra mano, acarició las pequeñas cabecitas de sus dragoncitos, eran tan tiernos. cuernos y colas tan chiquitas, se los iba a comer a besos.