blume, mi bella flor, tan audaz para debilitar mis defensas y hacer temblar mis rodillas ante tan desorbitante belleza; me vuelvo un peregrino de tu didáctica de amar. ahí te van mis suspiros, una vez más se deslizan con todo lo que callo y pienso al mismo tiempo que tus ojos pueden transportarme a distintos universos, comarcas desconocidas, y la aurora se desata si una vez más me dices que me amas. sigo siendo aquel astronauta, náufrago de tus cualidades cósmicas.