Reina un silencio profundo, casi reverencial. El único sonido que se filtraba era el suave susurro del viento afuera, acariciando las ventanas con sus invisibles manos.
En las paredes, las velas proyectaban sus danzantes lenguas de fuego, guiadas al más leve soplo de aire. Las llamas oscilaban y se balanceaban en un vals silencioso, proyectando sombras temblorosas, los destellos de luz parecen tener vida propia, como si quisieran escapar de su prisión de cera y alcanzar la misma libertad que la joven anhela.
Era un espectáculo desolador.
A lo lejos las tazas de té entrechocan, los tenedores raspan los platos, las voces apagadas de aquellos que causan tanto daño se mezclan en risas difusas, como un recordatorio lejano pero tan cercano de un pasado que ya no tendria espacio en la vida de la dama que ahora resguarda.
Su mirada dorada se elevo tal cual ella lo deseaba con cuidado extendio su manos hasta tocar con suavidad el pómulo del la dolcella. No dijo ninguna palabra, tan solo la mira a los ojos mientras su pulgar se movía con lentitud y delicadeza en la piel contraria, su tacto es calido al contrario de su corazon al ver cuan dañada se encuentra esa alma.
Su pulgar siguió moviéndose con delicadeza sobre la mejilla contraria, sus movimientos son lo más dulces posibles para así poder tranquilizar los tormentos ajenos, niega al oir la propuesta un pago y servicio mientras que sus suaves dedos secan las lágrimas contrarias.
──── ⵓ Usted es libre, no deseo encadenarla a otra vida de pagos y servicios, no es necesario que me ofrezca aquello.