Y es difícil porque en medio de esta ruina estoy creciendo y se me están acabando las palabras y enmudeciendo las sonrisas. Las charlas con los buenos amigos se atizarán con el polvo que emana la vejez. La vida perderá incluso el sabor agrio que hoy escalda mi presente para volverse tan insípida como yo lo soy.
La profesión no será más que el yugo que yo misma, un día de inexperta juventud con las esperanzas aún arreboladas, decidí imponerme.
Hijos tal vez vendrán, y amaré, y en labores caseras, ratitos felices, sueldos escasos y peleas abundantes mi feminidad se resumirá.
Y así los días a los que cobardemente llamo vida pasarán. Todo pasará.
De mí, la tierra no heredará más que tristes letras y sueños sin realizar. No más.