—tomó el dedo índice del ajeno para tirar de él con suavidad y acercarlo a su anatomía, dejó caer su cabeza sobre su pecho, apoyándola directamente mientras soltaba un suspiro exhausto, como indicador del cansancio acumulado. manteniéndose por unos segundos así, elevó su cabeza y su mirada conectó con los orbes ajenos, pese a tener sus facciones decaídas, una pequeña curva se alzó en la comisura de sus labios al ver a su amado. acunó sus mejillas entre sus manos, acariciando estas con la delicadeza que se utiliza similar cuando limpias una taza de porcelana, se dedicó a apreciar la línea de sus rasgos: la simetría de sus cejas, la forma de sus párpados y el grosor de los labios del contrario. sin decir nada, posó sus belfos sobre los de él, en un tierno beso que le afloró la piel y provocó que en sus mejillas se pintaran de color rubí. su diestra tomó su barbilla, para así encontrar un control en sus propios movimientos lentos, pero apasionados que empleaba en aquella unión. se separó con lentitud, cuando sus pulmones reclamaron aire, lo abrazó escondiendo su rostro esta vez en su cuello, y con un hilo de voz, algo melancólico, dijo:— te extrañé mucho estos días.