Cuando comencé a escribir fue un juego; pero ahora tengo miedo de su alcance. Me pasa como cuando se inicia a fumar. Toses al principio, no le encuentras ni lo divertido, ni mucho menos lo especial. A la segunda pasa mejor, y a la tercera sigues tratándolo como un chiste recurrente. Llega un mal día, de esos que te suben el estrés hasta las orejas, y de pronto, sientes la necesidad de fumar: Fui obligado por mis emociones a escribir. Pero somos eso, personas que tienen su catarsis en las letras.
 Me llamo Manuel. La cafeína me recorre venas porque me reemplazó la sangre, fumo más de lo que debería, y bebo cerveza y whisky porque soy borracho por elección. Nada de esto conlleva ser un aficionado de la lectura, pero me ha parecido interesante la relación intrínseca entre los espacios que dejamos para nuestros vicios, que es justo donde guardamos al arte. Y si me vas a escribir por conocerme, bien. Y si me vas a escribir por algo que he escrito, mejor. Estaré por aquí, casi siempre sacando a punta de letra los demonios. Que tengan feliz mañana, atardecer o velada.