¿Qué clase de mundo estoy viviendo?
No soy muy viejo ni muy nuevo. Tengo 32 años.
Y, sin embargo, hoy no me gusta el mundo que me rodea.
No tengo nada en contra de la humanidad, pero parece que esa humanidad —la de verdad, la que tenía alma— se fue convirtiendo en algo triste, casi irreconocible.
Ya no se puede leer ni escribir sin ofender a alguien.
Autores antes admirados hoy son acusados de todo, y las palabras parecen tener dueños, como si el lenguaje ya no nos perteneciera.
En la música pasa igual: antes podías escuchar de todo, encontrar sentido en cada nota. Hoy te critican si escuchas “eso” y te destrozan si no escuchas “esto”.
El arte perdió su libertad, y con ella, su verdad.
El deporte tampoco se salva.
Antes, si eras de un equipo distinto, la rivalidad quedaba en la cancha.
Hoy puedes perder la vida por una camiseta.
Los deportistas se venden al mejor postor, y nosotros, los hinchas, nos quedamos en un segundo plano, mirando cómo la pasión se convierte en negocio.
¿En qué clase de mundo estoy viviendo, donde te atacan por tu orientación sexual, por cómo eres, por cómo vistes?
¿Dónde tus sueños y tus metas se vuelven imposibles, no porque no tengas fuerza, sino porque el mundo parece empeñado en aplastarlas?
¿Qué clase de mundo estoy viviendo, donde ser humano ya no basta?