Narra Amber
T/n se había acostado en el sillón durante mi ausencia, sin embargo, no esperaba que, a la hora de volver, le encontraría dormitando con una manta sobre su cuerpo.
—Jeje, cómo cuesta —murmuré para mi misma mientras me acercaba a sus hombros, intentando terminar de tapar su cuerpo — Si no se tapa correctamente se enfermará, no puedo arriesgarme a perder a la primera persona que se ha unido a los Caballeros Exploradores...
Jalé del borde de la sábana que le cubría, sin embargo, noté que esta no era suficiente y se arrastró sobre todo su cuerpo.
—Será peor que duerma con los pies destapados— pensé y me dirigí el pinar de su cuerpo, pero un recuerdo me lo impidió ni bien vi el final de su cuerpo sobresalir.
«—Detesto las medias, jamás debieron ser creadas
Liberé una risa ante tal confesión.
—No te rías, son realmente incómodas, hacen que no pueda mover correctamente mis dedos y, al intentar correr, son sumamente molestas ¡A nadie le da el suficiente frío en los pies como para necesitar usarlas! ¡Peor aún, generan calor en estas y hacen que mis pies suden de sobremanera!»
Tragué grueso al ver su pie sobre el cabezal del sillón.
—Mierda... —murmuré, tapando mi cara que ya se encontraba roja a la vez que intentaba separar la mirada, pero se veía una labor imposible.
Es verdad que éramos la mejor amistad desde nuestra infancia y jamás nos hemos visto de otra manera, pero hay cosas que ni yo puedo controlar, entre ellas, las uñas de los pies bien cuidadas. Cuando se encuentran a la longitud exacta y tienen un brillo casi lustroso, no puedo evitar sentir que un calor recorre mi cuerpo y como mi respiración pierde un ritmo habitual.
He de admitirlo, me exitan los pies. Es verdad que deben de cumplir unas características muy específicas, pero aquí estoy, cruzando mis piernas con fuerza por culpa de esas uñas.