juldmikaelson

¡Nueva actualización del fanfic de JJ! 
          	
          	adelanto:
          	
          	Minutos antes, JJ se había quedado tirado en el sillón de John B, bebiendo lento y mirando el techo con cara de tipo perdido.
          	
          	—Bro, en serio… ¿vas a seguir haciéndote el que no sientes nada? —le dijo John B, sentándose en el borde del sillón con otra cerveza—. Ya está. Maddison te gusta. Te gusta mucho.
          	
          	—¿Y qué? —resopló JJ, pasándose la mano por la cara—. Que me guste no cambia nada.
          	
          	—Claro que sí. Lo cambia todo si se lo dices.
          	
          	—¿Y si no siente lo mismo?
          	
          	—¿Viste cómo te mira? —John B se rió—. Hasta Pope se dio cuenta. Y Pope nunca se da cuenta de nada.
          	
          	JJ lo miró con los ojos entrecerrados. Tenía alcohol en la sangre, pero también rabia. Frustración. Había estado tragándose todo desde hacía semanas. Y ahora, con el calor en el pecho y la lengua suelta, ya no podía más.
          	
          	—¿Sabes qué? Tienes razón —dijo, poniéndose de pie de golpe—. Me cansé. Me harté de quedarme callado.
          	
          	—¿Vas a ir ahora?
          	
          	—Sí. Si no lo hago ahora, nunca voy a poder.
          	
          	

juldmikaelson

¡Nueva actualización del fanfic de JJ! 
          
          adelanto:
          
          Minutos antes, JJ se había quedado tirado en el sillón de John B, bebiendo lento y mirando el techo con cara de tipo perdido.
          
          —Bro, en serio… ¿vas a seguir haciéndote el que no sientes nada? —le dijo John B, sentándose en el borde del sillón con otra cerveza—. Ya está. Maddison te gusta. Te gusta mucho.
          
          —¿Y qué? —resopló JJ, pasándose la mano por la cara—. Que me guste no cambia nada.
          
          —Claro que sí. Lo cambia todo si se lo dices.
          
          —¿Y si no siente lo mismo?
          
          —¿Viste cómo te mira? —John B se rió—. Hasta Pope se dio cuenta. Y Pope nunca se da cuenta de nada.
          
          JJ lo miró con los ojos entrecerrados. Tenía alcohol en la sangre, pero también rabia. Frustración. Había estado tragándose todo desde hacía semanas. Y ahora, con el calor en el pecho y la lengua suelta, ya no podía más.
          
          —¿Sabes qué? Tienes razón —dijo, poniéndose de pie de golpe—. Me cansé. Me harté de quedarme callado.
          
          —¿Vas a ir ahora?
          
          —Sí. Si no lo hago ahora, nunca voy a poder.