Su mirada pasó por varias pinturas de la oficina, sus ojos se detuvieron en la ventana abierta. Miró absorta en sus pensamientos mientras cruzaba los brazos, olvidando la existencia de la otra.
- A veces quisiera estar como esas nubes.
- ¿regordeta y pálida? - La otra alzó una ceja. Ganándose una ligera y cómoda risa de la otra.
Le gustaba estar más así, cómodas hablando y riendo mientras pasaba el tiempo. Sabía bien que no podrían estar así mucho tiempo, quería, pero también quería cambiarse a sí misma y ser más madura en su forma de pensar y ser.
Se sentía en una curiosa desventaja al estar a su lado, no por la edad, sino por cómo pensaba cada quien, temía que por esa razón ni ella ni nadie quisiera mantener una relación a largo plazo consigo.
Ahí fue cuando la otra levantó la vista y se acercó a ella.
Sonrió, sabiendo que la otra estaba metida de lleno en sus pensamientos.
- ¿En qué piensas? - Le dijo ella con una suave voz que parecía acariciarle el alma.
- Ah, no... No es nada.
- ¿Segura?
- ...Es que a veces siento que soy muy inmadura o infantil para estar contigo. Siento que puedo hacerte daño sin siquiera darme cuenta o-- pienso en terminar simplemente por el hecho de que--
La otra le tomó de los hombros y la miró fijamente a los ojos. Lucía algo molesta.
- ¡No decidas algo así tú sola! - Suspiró- . Si tienes algo que te está inquietando, aquí estoy. No me desagrada tu forma de ser ni nada de eso. Todos cambiamos, así como tú quieres cambiar, yo también quiero, pero no te precipites, todo a su momento.
- ... Takina - Al decir su nombre, sus ojos carmesí se humedecieron. Takina soltó el agarre de la otra y en cambio la abrazó.
- Yo quiero estar contigo, así como eres y muy seguramente como serás, Chisato.