el sonido petitorio lo detuvo.
no fue el eco de un golpe, ni un llamado desesperado entre la furia. fue apenas una voz.. rota, contenida, casi temblorosa, que se filtró por el aire, como si temiera no tener derecho a existir.
su paso nuevamente se frenó a medio camino. con el cuerpo, aún cargado de esa tensión de furor que se le acumulaba en el pecho cuando uno se promete no volver atrás, se negó a obedecerse a si mismo. los dedos se crisparon sobre su ropa, los hombros se le encorvaron, y un peso que no era físico comenzó a hundirse entre sus costillas.
era casi un fastidio.
eso fue lo primero que pensó. "que fastidio escucharlo así" .. tan frágil, tan humano. esa súplica que parecía pedir más que un perdón, sino comprensión mezclada o confundida por compasión.
él no era de comprender, nunca lo había sido. su mundo estaba hecho de silencios que pesaban más que cualquier disculpa. no necesitaba compañía, había aprendido que podía, debía, estar solo por su cuenta. así que, mucho menos necesitaba el temblor de una voz ajena haciendo grietas en su calma forjada a pulso.
pero ahí estaba él. su voz lo alcanzaba como una cuerda tendida en medio de la tormenta, temblando, apenas sosteniéndose.
y él.. él no podía ignorarlo.
─── ken.. ─── dijo casi como si pronunciara un secreto. su voz, tembló sin entenderlo. pero al observar su rostro, cobró sentido.