agntkennedy
—¿Qué haces aquí? —Porque son contadas las ocasiones en las que comparten cuatro paredes. Regresa el cuchillo que amenazaba con desgarrarle el cuello a su vaina, aún receloso. La firme expresión en su rostro demanda una respuesta verosímil, pero su mirada susurra un tímido: "¿Estás bien?". Creyó que estaba muerta.
agntkennedy
Esa sonrisa suya lo pone nervioso. —Sí, lo hice. Aunque no tuve tiempo para lamentarme. —Es sincero, y se nota en la manera que desvía el rostro, incapaz de sostener el contacto visual por mucho más tiempo. Leon chasquea la lengua, como flagelándose mentalmente a sí mismo. Entonces, le devuelve la mirada, con una confianza renovada en el azul de sus ojos. —Algo me dice que, incluso después de lo que pasó, no has cambiado en nada. —La enfrenta, está harto de que sus diálogos no llevasen a ninguna parte. La diferencia de alturas se torna aún más evidente cuando corrige su postura—. Y no dirás que me equivoco, ¿verdad? Podrá endurecer sus facciones, mas no su corazón. Una parte de sí espera que la mujer le lleve la contraria.
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killerwong
Las comisuras de su boca se curvan en una sonrisa. Claro que no es un niño, su aspecto lo demuestra. Sin embargo, que le haya respondido de esa manera le hace pensar lo contrario. Sólo un chiquillo se enfadaría por ser llamado así. — Tuve mis medios. — La respuesta fue seca, nada inesperado.— ¿Es que me diste por muerta? En algún lugar de su pecho hay una punzada de culpa. Había sido fácil engañarle aquella primera vez, jugar con su pobre corazón. Y normalmente aquello no le importaba. Pero verle allí, en frente suya de nuevo... Le hace revivir los momentos. No se siente precisamente orgullosa de traicionar a Leon. Nunca se sintió, en realidad. @agntkennedy
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agntkennedy
Siente el impulso de marcharse, pero en vez de alejarse de ella, se queda inmóvil en su sitio. Está intranquilo con la nueva cercanía aunque muestre lo contrario. —No soy un niño, Ada. —Refunfuña, no siente que el apelativo vaya con él. Su nombre se escurre de su boca como con cierto rechazo. Se fija en su mirada, en esos ojos rasgados y en sus labios, que presumen casi tan rojos como el vestido que porta. Leon es débil ante sus encantos naturales, y la tela ceñida no deja mucho a la imaginación sobre su figura. Ya se le han ido los ojos en más de una ocasión. Hoy no. —¿Cómo escapaste? —pregunta, sin esperar una respuesta concisa.
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