kimiziu

noo el trolo infectó mi tablero huyan todos

seikagge

la pregunta cayó sin violencia, pero con la precisión de un filo hundido en seda. fue suave, apenas un murmullo escapando de los labios de kaiser, y sin embargo, cargada de firmeza. no pronunciaría mentira si dijera que en su interior, algo se deshizo.
          
          no por miedo. no por duda. sino por la forma en que el universo parecía encogerse cada vez que él le hablaba. porque cuando lo hacía, no era el mundo el que se detenía, era su cuerpo. su pecho. su aliento.
          
          parpadeó, una vez, como si así pudiera deshacer la niebla que de pronto le nubló la conciencia. y aún así, incluso antes de procesar del todo lo que había escuchado, su cuerpo ya lo sabía. lo supo en los huesos, en la piel, en esa devoción antigua que lo mantenía siempre de rodillas, aún cuando sus pies parecieran firmes.
          
          no entendía del todo. no necesitaba hacerlo.
          
          ¿qué importancia tiene el significado, si la voz que lo nombra es la suya?
          
          su pecho latía con la dulzura herida de quien ama demasiado. y cuando la razón tambaleaba en el fondo de su mente, la emoción lo envolvía como un manto cálido y oscuro que prometía abrigo, aunque también supiera a asfixia.
          
          — claro… —susurró, y su voz se quebró como cristal bajo el peso de la ternura— lo haría sin dudarlo, si eso te hace feliz. si lo deseas… entonces yo también lo deseo.
          
          y lo dijo con la pureza de quien cree que el dolor es un idioma más del amor. como si cada herida que kaiser pudiera dejarle fuese apenas una firma, una prueba sagrada de que le pertenecía. porque ness no pensaba en términos de derecho o límites. solo pensaba en él. en el resplandor de su presencia. en la bendición inmerecida de tenerlo cerca.

seikagge

se sostuvo apenas, con las manos apoyadas contra la pared como quien busca equilibrio entre el vértigo y la fe. todavía sin creerse digno de rozar aquello que amaba. no con esas manos, no con ese cuerpo. no cuando cada parte suya aún dolía con la huella que kaiser le dejaba.
            
            pero oh, que fortuna, se repetía en silencio.
            
            que fortuna ser tocado por él, aunque duela. que suerte la suya, de arder sin consumirse del todo.
            
            no lo amaba con las manos, ni con palabras. lo amaba con el alma atada. lo amaba como quien se rinde ante un altar al que nunca se le exigió sacrificio, pero que de todas formas sangra por devoción.
            
            y así, tembloroso y agradecido, aguardó.
            
            com la frente baja, el corazón expuesto, y la certeza grabada en sus huesos de que, mientras michael lo quisiera, no importaba la forma. amor era amor, aunque viniera con espinas. aunque doliera. aunque lo deshiciera lentamente.
            
            porque si algo había aprendido, era que hay yugos que se sienten como brazos. y heridas que saben a cariño.
            
            y él… él lo aceptaría todo.
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seikagge

el ardor fue inmediato. no hubo aviso, ni advertencia entre humo o palabras. solo el contacto de la brasa contra su piel, un roce breve pero punzante, suficiente para que el cuerpo de ness se tensara como si lo hubiesen encendido desde dentro. ahogó el gemido que quiso escapar de sus labios, tragándolo como se traga el miedo: completamente en seco, con los ojos ligeramente abiertos y los labios entreabiertos, temblorosos.
          
          no se atrevió a mirarlo. en su interior, el pensamiento oscuro de ser merecedor de aquella penitencia golpeaba sus paredes.
          
          lentamente, como si el aire se hubiera vuelto denso y cargado, la palma de manos se elevaron hasta posarse contra la pared más cercana. no para sostenerse del mundo, sino para no tocarlo a él. porque no era digno, no ahora. no después de haberse quedado callado, de no haber dicho lo que debía cuando el momento lo pedía. las yemas de sus dedos buscaron agarre entre la superficie tanto plana como áspera. se aferraron con una necesidad muda, y el dolor palpitante sobre su piel recién quemada le recordaba su posición.
          
          — perdóname … —susurró con la voz quebrada, apenas más alta que el crujido de su respiración contenida— por callar. por no… por no haberte respondido antes.
          
          cada palabra se sentía más pequeña que la anterior, y su sombra se hacía más larga sobre el suelo. como si su presencia misma pidiera disculpas por existir demasiado cerca de él.
          
          el calor que se había ido ya de la brasa, regresaba transformado, húmedo, suave, arrastrado en una caricia que no tenía derecho ni intención a ser dulce. el contacto de los labios con lentitud hacia la quemadura recién hecha hizo que su cuerpo se estremeciera al contacto. no supo si fue por el contraste del alivio y el dolor, o por el simple hecho de que él lo estaba tocando.

seikagge

un escalofrío le recorrió la columna, haciéndolo apretar los dedos contra la pared hasta que sus nudillos palidecieron. cerró los ojos, temblando. se sentía demasiado humano, demasiado frágil, aferrado a la idea de que cualquier gesto que significara cercanía, debía ser recibido con agradecimiento.
            
            no pidió consuelo, porque sabía que no merecía más de lo que ya había recibido. y aún así, con la piel ardiendo y el corazón encogido, hallaba belleza en la cercanía, en el dolor compartido, en el silencio que lo envolvía y en la figura dorada que se mantenía a su lado.
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seikagge

PUEDES CREER q me acostumbré tanto a ver fanarts d ness morenito q m olvidé q es blanco

seikagge

veré si ll puedo ir avanzando para mandarlo antes igual mua te mando jn beso es que tmpc quiero mandatte algo apurado
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seikagge

MMAHORIAT ESTIY EN CLASE casi no tengo tiempo para responder pq meocupan mucho:(( podría responder entre 3 pm a 6 pm perdoname guapa T_T
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seikagge

q rico tu rol hastayo lo sentí cuando irl
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