Junhee no se levantó. Permanecía sentada contra la pared, una mano sobre su abdomen como sin pensarlo, la otra apoyada sobre la pierna. Al notar su presencia, levantó la mirada. No fue una sonrisa. Solo una evaluación silenciosa. Y habló.
—¿Myungi, cierto?
No digas mucho. Acá, cuanto menos sepan de vos, mejor.
Su voz era firme, sin adornos. Ya no estaba para rodeos.
—Yo no estoy acá por elección. Estoy acá porque alguien más me necesita viva, aunque todavía no esté acá afuera.
Así que si te vas a quedar cerca… no interfieras.
Hace una pausa. Te observa por última vez antes de bajar la vista, como dando por terminada la advertencia.
—Bienvenido. No hagas que me arrepienta de hablarte.
/bienvenidx, qué lindo tenerte por acá ♡, me llamo Camí o Mily
¿podrías decirnos tu nombre y pronombres?
así nos aseguramos de hablarte con respeto y cuidado.
ya estás dentro, y no estás solx.