—Nos has deshonrado.—dijo el joven Jungkook con la voz dura y confusa—Rompiste filas. Desobedeciste. Caíste. ¿Por qué? ¿Por quién?—
Jungkook parpadeó lentamente. Ya no había ira en él, solo un dolor silencioso, como la quietud después de una tormenta.
—Por un humano.—respondió simplemente.
—Un hombre.—repitió el más joven con disgusto—Un alma. Un mortal. Defectuoso. Furioso. Quién duda de Dios. Nos desafía.—
Jungkook sonrió, no con orgullo, sino con algo más suave. Más triste.
—Exactamente.—
Su versión más joven caminaba de un lado a otro, perturbado.—¿Cómo pudiste olvidar quién eres?—
—No lo olvidé.—susurró Jungkook.—Lo recordé. Recordé por qué fuimos creados. Por qué los observamos con reverencia en el Edén. Por qué cantamos en su nacimiento y lloramos en su muerte.—