Cuánto odio, cuántas voces, cuánta culpa, cuánto miedo, cuánta ironía, y que poca felicidad. ¿Cuánto tiempo más queda por salir a la calle y que lo primero que nos toque ver sea una cara de preocupación por cómo llegar al final del día? ¿Es que vamos a dejar que la rutina nos consuma, nos destroce, nos mutile por completo? Cuántas ganas de escapar, de volar, de huir, de volver a empezar. Cada paso hacia adelante es un paso hacia atrás, cada grito una bala, y cada silencio un disfraz. ¿Cuándo va a terminar el caos y se va a declarar la paz? Ojalá llegue pronto el día en que dejemos de sobrevivir de una buena vez, y empecemos a vivir, sin más.