Lo divertido de "Aquel viernes" era que 2 desconocidos (no tan desconocidos, recordemos que Emilia SÍ lo conocía a él) se encuentran y empiezan a tener relaciones íntimas sin saber nada sobre la vida del otro. El punto clave de la historia era ese misterio.
Una vez resuelto ya está, no hay más. Eso era lo único que yo quería contar. Y cómo, aún sabiendo la verdad, los dos deciden seguir con esa relación de amantes porque no les importa nada, porque están medio deshumanizados y no se sienten en absoluto culpables.
Podría escribir capítulos hasta llegar al 100, pero es muy difícil sostener dos personajes tan poco escrupulosos y que, además, no van a tener ningún tipo de evolución. Son lo que son y ya está porque yo quiero que así sea, nunca me plantee la idea de que vayan a cambiar ni nada por el estilo. Mucho menos que vayan a tener una historia de amor real que vaya más allá del sexo. No es ese tipo de historia.
El verdadero final siempre va a ser cuando se descubre la verdad el día de la cena y acuerdan ser amantes.
Todo lo que pueda escribir después forma parte de una historia totalmente diferente que nada tiene que ver con la original.