El olor a cigarrillo
inundaba la sala,
ya no caben más
colillas en los
ceniceros. Las
botellas de alcohol
vacías se acumulan,
ocupando gran
parte del espacio
de la pequeña sala.
A pesar de la música,
puedo escuchar un
suave sollozo.
Y ahí están, esos
hermosos ojos llenos
de tristeza, a Punto de
colapsar al igual que
los ceniceros.
Me sonríe, pero sé que
fingir es su especialidad.
Sé que al igual que las
botellas sobre la mesa,
está vacía.