Hola. Ha pasado un buen tiempo, ¿viste?. Es diciembre, y me es inevitable pensar que hace justo un año tú y yo hablabamos sin para durante todo el día. Sí, después de este tiempo que pasó muchas cosas cambiaron. Aprendimos de nosotras mismas, nos apoyamos, nos amamos, discutimos, reímos, te hice llorar, nos apartamos, y finalmente estamos aquí, en esta línea indefinida que roza con la lejanía y a la vez con el apego. Creo que se nos hizo algo difícil volver a lo de antes, ¿no? Y no te echaría la culpa a ti, y tampoco a mí misma. Este es nuestro destino, así es como está escrito y no podemos hacer nada al respecto. Recuerdo que siempre pensaba en que algo nos separaría inevitablemente, aunque ninguna lo quería de esa forma, pero ese tipo de cosas no pueden evitarse, todos alguna vez nos alejamos de nuestras casas, de nosotros mismos, hasta de nuestra persona favorita. Pero ¿sabes? Aunque no hablemos como antes, aunque ya nada sea lo mismo, eso no significa que haya dejado de amarte. Sigues siendo mi alma gemela, y de eso no tengo ni la menor duda. Quizás, en algún momento, esto deje de ser de esta manera tan extraña y volvamos naturalmente a comportarnos como par de estúpidas que no dejan de reír por la mínima cosa. Te amo, y con toda la honestidad que existe en mí puedo jurar que te extraño cada segundo que pasa y no sé de ti. Sólo espero que tengas esa fuerza que siempre traté de darte, que aguantes un poquito más, y luego otro poquito más, y así hasta que logres tus metas (no el suicidio, idiota). Sé que puedes con esto sola, y si no, recuerda que podemos hacerlo juntas, no importa qué. Búscame cuando sientas que no puedes más, cuando realmente me extrañes tanto que no puedas evitar sentirte melancólica. Búscame, que yo siempre te esperaré con mi corazón abierto para que vuelvas a él.