Hay un montón de cosas que me recuerdan a ti. La mañana, el mediodía, la noche; también la lluvia, el sol, las estrella y la luna; Incluso, cuando tomó café, cuando leo un poema, cuando escucho una canción. Creo que uno no puede olvidar fácilmente aquello que hizo mella en el corazón... en el alma.
Me he preguntado en qué momento empezaste a doler tanto, no sé si en realidad has dolido siempre. Me pregunto cuando se adormecerán las lágrimas, la tristeza, la soledad... Me pregunto ese tipo de cosas, sabiendo que la respuesta aún es lejana. Que ingenua, ¿verdad?
Hoy leí un libro que me recordó a ti, y a lo que fue nuestro desastre: La soledad de los números primos. Siempre queriendonos a distancia... a pedazos... a golpes.
En mis ratos libres escribo sobre ti, y entonces soy consiente de que ahora estás más lejos que nunca. No sé si llorar, porque parece que no sirve de nada.
Una vez me dijeron que uno no elige a quien amar. Es cierto, pero ahora elijo sufrir por ti.
No se por cuánto tiempo, pero amaré todo lo que ello signifique.
A veces, solo un instante basta para vivir toda una vida. La cosa es que: Uno siempre vuelve dónde amó mucho, por ello sé que te voy a evocar en mi corazón y en mi alma infinidades de veces.
