era acaso ella tan tranquila como tan cuidadosa que hoy al contraste de su habitual actitud el nerviosismo, que mezclado con cierta emoción, se hace notar. la parte inferior del ramo aprieta entre sus dedos, mientras su creciente inseguridad la carcomía a carne propia como un festín, había escapado de aquél quién tanto la acompañaba de manera precipitada.
tras haber golpeado la puerta con sus nudillos espera, intranquila, que habrá. en cuenta cae que nunca había dado un regalo como tal, no a alguien pues no mantenía ningún vínculo especial debido a su incómoda soledad, el brinco pega y inconscientemente da un paso hacia atrás cuando ve la puerta abrirse, dejándolo ver.⎯⎯⎯ para tí… ¡para tí! sólo… sólo… tómalas.⎯⎯⎯ es lo único que suelta, eleva su voz unos segundos que luego se apacigua avergonzada, extendiendo las flores amarillentas; anhela transmitir en ellas la gratitud hacia él.