Te amo, ¿Que más puedo decir?
Como si mi cerebro fuera capaz de sacarte de mi corazón, porque déjame decirte que no son la misma cosa.
Llegamos a septiembre, casi octubre, y sigo sin poder olvidarte.
Sigo sin poder dejar de amarte.
Gracias a ti encontré el amor, y descubrí que era la forma más insoportable de dolor.
Miles de veces el valor de verte le ganaba al pánico, pero mil y un más hicieron que mis piernas temblaran.
¿Me amas? Quizá sí, quizá no, y por eso te escribo.
¿Lo leerás? Tal vez, y por eso te dejo lo último que queda de mí y de mis esperanzas.
¿Cobardía? La tuve por mucho tiempo, y ahora sé que no fue lo mejor.
¿Que si me arrepiento de todo? Parece que el destino está dándose una buena cena con mis llantos y lamentaciones.
Lo siento, desde lo más profundo de mí corazón, de nuestro corazón.
Sea mutuo o no, te amo.
Y créeme que suena tonto decir “dejé ir al amor de mi vida”.
Pero al dejarte, te llevaste hasta el más mínimo sentimiento de amor contigo.
Te amo, hasta el fin de mis tiempos, Wilton.