Hoy me encontraba con mi alma bajo tierra viendo crecer gusanos, ensimismada en mi propia bronca e impotencia, largando lagrimones al compás de las frenadas del colectivo. Mientras aspiraba sonoramente mis mocos solo podía pensar en lo mucho que odiaba tener puesta mi campera blanca y pensar en como la gente debe estar pensando en lo fea que me queda, en como llamo la atención y me chorrea la nariz.
Enroscada en la miseria una nunca se libera.