En la esclerótica inmaculada que circunda el alba
infernal de tu iris rubífico { ésa gota sanguinaria
que erígese en el sigilo de estirpe ultraterrena }
conflúyese, en una única voluta escatológica, cuanto
los mortales dogmatizan por tríada:
el averno ígneo que tus pupilas decretan
sin réplica como destino de los réprobos,
el purgatorio donde las ánimas decántanse
según el rito que tu mirada consagra,
y el empíreo cuya bóveda tú misma sancionas,
ungida por la primogenitura del ministro
supraceleste, al sólo rubricar con un parpadeo la
consumación de todos los mundos.
y, si aún dudas de la verdad que en ti hácese liturgia,
alza tus ojos hacia mí… y mírame. ♡