¿Qué musa despiadada y perversa se apodera de mí? 
¿Qué vil ser desearía engendrar en mí tales escritos,
que fueran tan íntimos como ajenos
tan parte de mí como la piel que visto,
tan hostiles con aquel que les diera a luz
de tal modo que se rehusarían a ser leídos
sólo por traer más soledad
a este inconmensurable vacío?
De mi musa sé muy poco.
Ella de mí,
tal vez demasiado.

"La felicidad no es buena musa, pues ocupa su tiempo en alegrías y crear le resulta inconveniente; la tristeza es una musa distraída, dará impulsos creativos y luego vagará en el desierto de las ideas, llorando su suerte a cada palabra acertada; es la soledad la musa más preciada, a su lado, cualquier otra musa se pondría a trabajar por miedo a que crezca el abismo. La soledad sabe de miedos y angustias, y también de sonrisas y nostalgias... la soledad recuerda el pasado y añora el futuro, y también desentraña el presente. Nos mira en la tercera persona de una segunda persona ausente y conoce de nuestras virtudes y pecados todas las historias. Ella escribe sin tapujos y habla en prosa; la soledad es poesía.
¿Qué clase de musa es el deseo? Una muy perezosa. Sabe de artes plásticas pero muy poco de música y narrativa. De todos sus defectos, son los celos el más terrible. Una vez llamada, la musa del deseo se quedará contigo y pedirá ser saciada. Ahuyentará a las demás musas y te reclamará suyo, hasta que cumplas con su capricho.
La musa del deseo silenció mis manos y enmudeció mi mente; jamás quise tenerla tan cerca y todos estos años fui precavido, mas al probar tu cuerpo y sentirte dentro del mío, la musa hizo un visceral nido en mi pecho y jura no irse, hasta que vuelva a estar contigo."


[...] "los personajes son, a ciencia cierta, no más que descripciones satíricas de individuos que recordamos -o mejor dicho, nos parece haber olvidado-. ¿No es lo mismo, acaso, tomar algunos prestados? No de la realidad, sino de la ficción de algún otro autor" [...]