Me dueles.
Me dueles tanto como no tenés idea, han pasado tres meses desde que no sé nada de vos, aunque tu mejor amiga me haya escrito por tu supuesta muerte. Me mentiste tanto... Que aunque me duela aún más, no puedo creer que estés muerto. Y si lo estás, ¿por qué estos sentimientos no murieron con vos?
Han pasado tres meses en los que he tratado de disimular que aún te recuerdo, que aún te amo, que aún conservo la foto de tus cartas, de los dibujos que me hacías y que no he tirado todas las cosas que te escribí.
Han pasado tres meses en los que no he sabido que responder cuando me preguntan por vos y qué pasó de nosotros.
Han pasado tres meses en los que te he extrañado, en los que tu nombre no ha salido de mi cabeza, en los que no he podido olvidarte.
Y, maldita sea.
No quiero olvidarte.
Fuiste mi primer amor, la primera persona de la que me enamoré. La primera que vino a enseñarme lo que era el concepto del amor, lo que era el concepto de un amor sano y verdadero.
Siempre me dijiste que algún día viviríamos juntos y sanarias todas esas heridas que me dejaron de pequeño, realmente quería que eso pasara. Realmente quería que vos y yo siguieramos juntos por mucho tiempo.
Y me duele, porque aún con el daño que me hiciste no has salido de mi corazón, el aún palpita por tu nombre, aún pide por tu voz, aún espera que de nuevo mandes un mensaje para que se alegre.
Y me duele aún más porque si hubiera sabido que el amor dolía así, hubiera evitado enamorarme. Te odio, te odio, te odio, te odio tanto.
Y odio que esos "te odio" sean mentira.
Porque yo te amo más que nada en el mundo.
Te amo, no desde el principio, no desde que te conocí por primera vez. Te amo desde que nos fuimos conociendo mutuamente.
Y ahora mismo ese te amo duele tanto, que quisiera que nunca me hubieras enseñado lo que era amar.