"Omnia vincit Amor, et nos cedamus amoris"
Soy Prometeo y la poesía ese Dios de dioses que me condenó al sufrimiento eterno, mis versos crecieron bajo el nombre de una mujer y allí morirán, ella portaba una caja donde guardaba su sombra, yo la abrí una errante noche de mayo y vi luces blancas, sentí el mediodía en sus labios, fuimos luna llena y mi alma enloqueció; en ese momento no entendí por qué tanto miedo, tanta pantomima para develar tan acendrado contenido, hoy comprendo que aquello que vi era el dulce prólogo de la amarga realidad. Ahora me abraza su sombra inmortal, la que yo liberé...
- San Miguel, Buenos Aires.
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