Criada en un orfanato después de que su madre fuera asesinada por su padre, Beth creció con la firme convicción de que quería hacer algo por su país. Con apenas 16 años, Beth se unió al ejército como enfermera, con la esperanza de poder aliviar el sufrimiento de los soldados heridos en combate.
Desde el primer día, Beth se mostró como una enfermera dedicada y comprometida, pero también como una joven fuerte y decidida. A pesar de las duras condiciones del campamento y de las terribles heridas que tenía que tratar a diario, Beth no perdió nunca su determinación. Uno de los soldados heridos que llegó al campamento era Edward, un joven valiente y con un espíritu indomable. Beth descubrió que Edi era su hermano, a quien no veía desde que inicio la guerra. La emoción y la alegría de encontrarse con su hermano fueron inmensas, pero también la tristeza al verlo herido de muerte.
A lo largo de la guerra, Beth cuidó de Edi con amor y dedicación, sin importarle las duras horas de trabajo ni las dificultades que tuvo que enfrentar. Poco a poco, Edi se fue recuperando gracias al cuidado de su hermana, convirtiéndose en la mayor alegría de Beth en medio de tanta tragedia.
Pero no todo fue fácil para Beth. En medio de la guerra, se encontró con un soldado, Cloude, quien se enamoró perdidamente de ella. Aunque Beth trató de no encariñarse demasiado con los soldados, no pudo evitar sentir una profunda conexión con Cloude, que le hizo replantearse sus propios sentimientos.
Mientras tanto, la guerra continuaba su curso y los soldados seguían cayendo en combate. Beth tuvo que atender a su odiado padre, que había sido enviado al frente y murió en combate. Tras la perdida, Beth encontró en su muerte una tranquilidad que le permitió sanar las heridas de su pasado.
Finalmente, la guerra llegó a su fin y Beth pudo regresar a casa junto a su hermano, que había logrado sobrevivir gracias al cuidado de su hermana.
Aqui una pequeña historia que escribí, Adiós Maripositas