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«¿Qué pasaba con aquellas personas que se quedaban solas?, ¿a dónde iban?, ¿cómo?, porque yo a penas podía moverme. Por que mi cuerpo estaba estático, mientras que mi mente era un completo desastre.
          	
          	Los fugaces momentos pasaban por mi mente en un río de joyas cristalinas que me ahogaban de recuerdos.
          	
          	Era absoluta y completamente imposible no pensar él. ¿Cómo carajos hace la gente para olvidarse de la persona que más ama, ah?
          	
          	¿Cómo carajos se olvida la gente de la persona con la que solía pasar los mejores momentos?
          	
          	¿Cómo olvidar cuando íbamos al parque a caminar, a leer y a hacer boberías?
          	
          	Cuando tomaba mi mano al caminar.
          	
          	Cuando ponía su cara de asombro al leer un libro nuevo.
          	
          	Cuando tocaba el violín.
          	
          	Cuando me abrazaba.
          	
          	Cuando me besaba. Lo hacía corta y suavemente.
          	
          	Y cuando sonreía... creo que esa era la mejor parte. Nadie nunca podrá tener la hermosa sonrisa que él tenía. Blanca, radiante y perfecta, con finos y delicados labios rosas, y unos hoyuelos adorables. Y me encantaba, sobretodo esos momentos en los que se reía tanto que los ojos se le achinaban bajo esas cortinas de espesas y negras pestañas, su rostro era la mejor obra de arte hecha nunca.
          	
          	Andrew.
          	
          	¿Cómo olvidarme de todo eso?
          	
          	Es porque simplemente no se puede, nadie nunca olvida a esa persona, quizás trates de disfrazarlo, pero... cuando  es de verdad lo que sientes. Nada lo va a cambiar.
          	
          	Y todo. Todo.
          	
          	Besos.
          	
          	Abrazos.
          	
          	Caricias.
          	
          	Juegos.
          	
          	Peleas.
          	
          	Celos.
          	
          	Todo pasaba por mi cabeza a raudales de agua fría.
          	
          	No pude evitar sentir esa sensación de vacío en mi estómago.
          	
          	Ya no más mariposas.
          	
          	Ya no más música.
          	
          	Ya no más Andrew. Ya no.»

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«¿Qué pasaba con aquellas personas que se quedaban solas?, ¿a dónde iban?, ¿cómo?, porque yo a penas podía moverme. Por que mi cuerpo estaba estático, mientras que mi mente era un completo desastre.
          
          Los fugaces momentos pasaban por mi mente en un río de joyas cristalinas que me ahogaban de recuerdos.
          
          Era absoluta y completamente imposible no pensar él. ¿Cómo carajos hace la gente para olvidarse de la persona que más ama, ah?
          
          ¿Cómo carajos se olvida la gente de la persona con la que solía pasar los mejores momentos?
          
          ¿Cómo olvidar cuando íbamos al parque a caminar, a leer y a hacer boberías?
          
          Cuando tomaba mi mano al caminar.
          
          Cuando ponía su cara de asombro al leer un libro nuevo.
          
          Cuando tocaba el violín.
          
          Cuando me abrazaba.
          
          Cuando me besaba. Lo hacía corta y suavemente.
          
          Y cuando sonreía... creo que esa era la mejor parte. Nadie nunca podrá tener la hermosa sonrisa que él tenía. Blanca, radiante y perfecta, con finos y delicados labios rosas, y unos hoyuelos adorables. Y me encantaba, sobretodo esos momentos en los que se reía tanto que los ojos se le achinaban bajo esas cortinas de espesas y negras pestañas, su rostro era la mejor obra de arte hecha nunca.
          
          Andrew.
          
          ¿Cómo olvidarme de todo eso?
          
          Es porque simplemente no se puede, nadie nunca olvida a esa persona, quizás trates de disfrazarlo, pero... cuando  es de verdad lo que sientes. Nada lo va a cambiar.
          
          Y todo. Todo.
          
          Besos.
          
          Abrazos.
          
          Caricias.
          
          Juegos.
          
          Peleas.
          
          Celos.
          
          Todo pasaba por mi cabeza a raudales de agua fría.
          
          No pude evitar sentir esa sensación de vacío en mi estómago.
          
          Ya no más mariposas.
          
          Ya no más música.
          
          Ya no más Andrew. Ya no.»