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—Lo maté, Tom.
—Fue un accidente.
Estuvimos unos minutos así hasta que me calmé lo suficiente para que él pudiera separarse de mí, y limpiar las lágrimas de mis mejillas con sus pulgares.
Lo vi suspirar, e intentó darme una sonrisa conciliadora, pero le salió más como una mueca que me hizo sonreír débilmente. Sabía lo mucho que se esforzaba por tener aquellos gestos aunque sus sentimientos estuvieran casi extintos, y apreciaba el esfuerzo.
—Vamos —se levantó, tendiéndome la mano—. Suficiente cacería por ahora. Arreglaremos las cosas desde casa —le miré desde el suelo dubitativamente antes de tomar su mano y dejar que me levantara. Marvolo tomó mi mano, y sentí nuestras magias entrelazarse en lo que él volteaba para enfrentar a los demás.
Lo vi abrir la boca para decir algo, pero al final suspiró una vez más, y con un movimiento de mano, nos apareció a todos en su despacho en la Mansión Riddle.
—Tenemos que hablar —dijo Marvolo, volteándose hacia ellos para enfrentarlos.