Desde siempre he encontrado inspiración en las pequeñas cosas: una mirada, una canción olvidada, una conversación bajo la lluvia. Escribir se convirtió en mi forma de entender el mundo, de abrazarlo, y a veces, de desafiarlo.

Me gusta contar historias que hablen de lo que nos hace humanos: el amor, la amistad, la confusión, el miedo, la valentía... todo eso que sentimos pero a veces no sabemos poner en palabras.

Busco que cada historia sea un refugio, especialmente para quienes se sienten fuera de lugar. Porque creo que cada voz merece ser escuchada, y cada diferencia, celebrada.

Cuando no estoy escribiendo, probablemente estoy escuchando música, dibujando ideas en los márgenes de una libreta o perdiéndome en alguna charla con personas que quiero. Siempre hay algo nuevo que observar, algo que me inspire a seguir creando.