Vivo con el corazón en carne viva.
Amo como si cada instante fuera el último, sin reservas y sin medir las consecuencias.
No creo en medias verdades ni en sentimientos a medias; prefiero la herida abierta a la mentira cómoda.

Escribo para no ahogarme, para vaciar lo que me quema por dentro y para recordar que la vulnerabilidad no es debilidad, sino la forma más honesta de ser.
En cada palabra busco reflejar lo que soy: intensidad pura, amor sin filtro y una mirada que encuentra en la naturaleza el espejo perfecto de las emociones humanas.

Veo la vida como un ciclo constante: raíces que sostienen, estaciones que transforman, aguas que unen y aires que devuelven el aliento.
No busco ser perfecto; busco ser real.
Y en mi verdad, con todo lo bueno y lo roto, está mi mayor fuerza.