Cuando la lluvia golpee
el río
y ya no queden más gotas
que contar,
será el momento
de la partida.
Decir aquel "sayonara"
que tanto temimos.
Pero estaré tranquilo,
porque por la eternidad,
tu alma y la mía
vibrarán en sintonía.
Cuando la lluvia golpee
el río
y ya no queden más gotas
que contar,
será el momento
de la partida.
Decir aquel "sayonara"
que tanto temimos.
Pero estaré tranquilo,
porque por la eternidad,
tu alma y la mía
vibrarán en sintonía.