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          ㅤׂ⠀⳽ₐⲅ¡a⠀༄༄ ⎯ ⟋en la vasta y solemne demarcación del colegio afamado, donde la costumbre de prodigar ramilletes de flores amarillas a camaradas y afectos pretéritos celebrábase cada vigésimo primero de septiembre, se le presentó a la mujer, huérfana de tierno vínculo o relación confiable, un buqué que, pese a no ostentar conexión alguno con quien otorgábalo, arribó a sus manos, cuyo acopio no fue sino un insólito prodigio que su alma, porfía en silencio, apenas podía dimensionar.
          no había incomodidad aborrecible, sino un asombro puro que horadábale la médula: ¿qué indicaba una unión genuina? ¿bastaba albergar afectos, bienhechores o nocivos, hacia otro, incluso si se carecía de reciprocidad?
          de ésa pesquisa interior resbaló, poco a poco, a la contemplación de la nonada, quedando enhiesta entre la grava y el ramaje del patio, absorta en la vanidad que su mente esclarecía y patentizaba.
          así permanecía, cuando tal joven conflictivo hendió su abismal recogimiento; mas no atendía en rigor lo que articulaba, sino a la persona que lo enunciaba, pues al atisbarlo, la contrición hizo compelle intrare en ella, fragmentando su juicio entre la urgencia de alterar lo ya acaecido, achacándole a él la falta que en verdad pesaba sobre ella, y la compulsión obsesiva por perfección que exigía que aquel que turbábala la percibiese como impecable.
          y, aprehendiendo el mísero vestigio de temple que aún en sí misma subsistía, aproximóse hacia él, ofreciendo cuanto en sus temblorosas falanges retenía.   para ti, Oliver.   ⟋aconteció entonces una mudez breve, intempestiva en sus labios, que el hilo verbal deshacía.   feliz… día…   ⟋titubeó, pues arduo le era al hálito verter tal felicitación, y allí, en arrebato de huida, perseveraba inmóvil, mientras sus iris celestes, al escrutar al joven erguido ante ella, apenas osaban fijarse.