su corazón estallaba en emoción, felicidad y cualquier otra palabra que pudiera describir lo que el omega causaba en cada parte de el, así fuera la mínima acción o la mínima oración esté hacía que su alma, corazón y cuerpo temblaran de ilusión. estaba embelesado por completo, podía darse a lucir como un alfa fuerte de carácter duro que pocos podrían acercarse a tratar pero en realidad era tan blando y tan moldeable al antojo de su mate, lo tenía comiendo en la palma de su mano, sus acciones no eran más que una prueba de ello. desde que se ofreció a ayudar, elegir cuidadosamente las mantas y ahora tener al omega sobre el era obvio que demostraba cuan loco lo volvía el rubio de hermoso aroma. dejando que tomará el control de la unión que el mismo había comenzado y sin separarse del el, pero fue bastante repentino cuando perdió su peso y su familiar sensación en los labios, lo que provocó que algo que asimilaba más un chillido que un gruñido de decepción saliera de sus labios. bufo en lo bajo, sus ojos se encontraron enfocados en cada mínimo movimiento que realizaba su pareja quedando absorto al observar como manipulaba hábil y cariñosamente las blancas frazadas que yacían ahí.
era una curiosa y a la vez gratificante experiencia para el, le causaba euforia ver cómo extendía por las baldosas de la habitación la manta que antes había sostenido, aunque si somos realmente honestos su mente se encontraba centrada en la hermosa, delicada y marcada figura que poseía, hombros apenas anchos pero notorios, cabello rubio que se extendía bajando un poco por su cuello, una cintura esbelta que era normalmente notoria gracias a los trajes que le gustaba usar agregando además unas definidas y largas piernas de color pálido. sin darse cuenta había soltado un suave suspiro, perdido en las profundidades de su mente. el rubio inundaba su cabeza y sus pensamientos, como si fuera un gran océano, un océano en el cual al alfa le encantaba navegar en el.