¿Te molesta si vuelvo, a pesar de haberte lastimado con mi total y fingida indiferencia? Te he pensado, te he soñado y te he extrañado como un loco, casi como si tus manías, tu bipolaridad y esa forma tuya de confundirme se hubieran adherido a mí apenas quise huir como el cobarde que siempre he sido. No puedo parar cuando se trata de ahogarme en todo tu ser, mi atención se volvió exclusivamente tuya desde el primer segundo en que te descubrí y sin conocerte tuve celos de quien parecías interesada en conocer. Quise pertenecerte en su totalidad sin saber de ti, adorarte y perderme entre tu ser, tanto así que me sentí desesperado cuando por primera vez te descubrí ignorando mis mensajes descaradamente. Tenía la enfermiza necesidad de que me tomaras, aprobaras y usaras cuanto quisieras, te digo la verdad cuando menciono que me sentí en las nubes durante aquellos pocos días en los que fuimos solo tú y yo. No me enorgullece haber jugado con tantas personas, pero de esas experiencias pude aprender que la mayoría está necesitada de serotonina y gracias a eso era fácil ilusionarlas y dejarlas esperando hasta que se me diera por premiar su extrema paciencia. Al mismo tiempo, creía que fingían sus sentimientos porque yo no sentía absolutamente nada en tan pocos días; para mí era imposible y una burla a la inteligencia humana si me lo preguntabas, disfrutaba que me extrañaran porque no entendía que era real, que en verdad alguien puede despertar en ti una curiosidad inmensa, un cariño más grande que lo que reconoces como correcto y, sobre todo, una urgencia que no se quita ni con mil palabras intercambiadas, porque desde que te conocí supe que ese sentimiento existe, es verdadero y seguramente llegaste a mi vida para hacerme pagar el karma que me quedaba pendiente
