La mención de su alumno, como la primavera al caer, hace florecer en él un profundo sentimiento de orgullo, que se presenta en forma de una sonrisa tímida.
Está acostumbrado a no develar tan claramente sus emociones dada su posición pero hoy, en su presencia, se da el lujo de quitarse esa carga.
—Hace tiempo que la golondrina aprendió a volar. —Y por golondrina se refiere a Yanqing. El muchacho rebosa talento cuando blande el hielo, mas su confianza puede llegar a ser tan endeble como el mismo—. Ahora, debe aprender cuando aterrizar, y en dónde. Es la vida misma la que le dará tan importante lección llegado el día. Mi deber reside en estar presente en el momento justo.
Hace una pausa y se relame los labios. El diálogo le abre el apetito. Abre los ojos y sus miradas se cruzan.
—¿Te agradan los niños? —Entonces la mira, y el pensamiento de que Yanqing ya está más alto que ella inevitablemente cruza su mente.