En un día soleado, los rayos del sol destellaban como el fuego del infierno; el cuerpo de un joven delgado estaba tirado en medio de una zona rural comúnmente conocida. Nadie se había atrevido a acercarse, puesto a que estaba lleno de moretones y rasguños, como si hubiese caído de algún lado después de ser maltratado. Podía notarse que más que un joven, parecía una criatura con rasgos sobrenaturales.
Su cabello negro, teñido con reflejos verdes y azules, parecía un remolino de sombras y colores que se entrelazaban en una danza macabra. Sus ojos amarillos, como dos luces intensas, parecían quemar con una intensidad que hacía que los demás se sintieran incómodos. Su piel pálida y cubierta de moretones parecía casi translúcida, como si la luz del sol pudiera atravesarla sin problemas.
Khaoz, , yacía inmóvil, como si estuviera esperando a que alguien se atreviera a acercarse. Su respiración era lenta y superficial, y su cuerpo parecía relajado, como si estuviera durmiendo. Pero sus luceros... esos ojos amarillos que parecían quemar con intensidad, estaban entreabiertos, buscando alguna manera de llamar por ayuda, apunto de desvanecerse.
