tu inmensurable afabilidad reflejada en aquellas melifluas palabras se convirtieron en una tórrida oleada ternura que despiadadamente dejaron fuertes azotes a mi álgido latente, sin embargo, me considero un joven un poquitín observador, ante ello, al ver que tu quimérico facial había desaparecido del icon fue insoslayable no preocuparme por tu apuesta esencia. dulce dama, comprendo que anhelabas en forjar un espléndido y apoteósico lazo entre nosotros, pero bien sabes que tu estado anímico es prioridad. ¿te sientes bien? ¿podría ofrecer mi ayuda?