1. Introducción (Exordio):
Captar la atención: Utilizar una frase impactante, una anécdota interesante, una pregunta retórica, o una estadística llamativa para enganchar al público desde el inicio.
Contextualización: Presentar brevemente el tema y su importancia, estableciendo la relevancia del discurso para la audiencia.
Propósito: Aclarar el objetivo del discurso y lo que se espera lograr con él.
2. Desarrollo (Narratio, Divisio, Argumentatio):
Exposición:
Presentar la información de manera clara y organizada, utilizando ejemplos, datos, y evidencias para respaldar los argumentos.
Argumentación:
Desarrollar las ideas principales, presentando razones y pruebas que sustenten la postura del orador.
Refutación:
Opcionalmente, abordar posibles objeciones o argumentos contrarios, fortaleciendo la propia posición.
3. Conclusión (Conclusio):
Resumen:
Repasar los puntos clave del discurso, reforzando los argumentos principales.
Llamado a la acción:
Si es apropiado, instar al público a tomar una postura, realizar una acción específica, o reflexionar sobre el tema.
Cierre:
Finalizar con una frase impactante, una cita memorable, o una reflexión que deje una impresión duradera.
Elementos Adicionales:
Lenguaje:
Adaptar el vocabulario y el tono al público objetivo, utilizando un lenguaje claro y comprensible.
Estructura:
Organizar el discurso de forma lógica y coherente, facilitando la comprensión y el seguimiento por parte de la audiencia.
Tono:
Mantener un tono adecuado al tema y al público, evitando la monotonía y utilizando recursos como el humor o la emoción según corresponda.
Interacción:
Involucrar al público a través de preguntas, comentarios, o dinámicas que fomenten su participación.
Lenguaje no verbal:
Prestar atención a la postura, gestos, y contacto visual, ya que también forman parte de la comunicación.
