– Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca – protestó Alicia.
– Oh, eso no lo puedes evitar –repuso el Gato- . Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
– ¿Cómo sabes que yo estoy loca? –preguntó Alicia.
– Tienes que estarlo afirmó el Gato-, o no habrías venido aquí.
Alicia pensó que esto no demostraba nada. Sin embargo, continuó con sus preguntas:
– ¿Y cómo sabes que tú estás loco?
– Para empezar -repuso el Gato- ,los perros no están locos. ¿De acuerdo?
– Supongo que sí – concedió Alicia.
– Muy bien. Pues en tal caso –siguió su razonamiento el Gato- , ya sabes que los perros gruñen cuando están enfadados, y mueven la cola cuando están contentos. Pues bien, yo gruño cuando estoy contento, y muevo la cola cuando estoy enfadado. Por lo tanto, estoy loco.
Lewis Carroll- Alicia en el país de las Maravillas