Me gustan las personas que se dan cuenta de que las únicas que pueden limitarlas son ellas mismas. Que viven en paz con la felicidad ajena porque saben cultivar la suya propia. Que saben que viven rodeadas de humanos imperfectos y pueden aceptar y perdonar. Que no tienen miedo de decir quienes son, a pesar de que a la parte marchita del mundo no le parezca.

Porque nosotros no vivimos de comentarios necios ni de envidia disfrazada de críticas. Nosotros vivimos de la felicidad que sentimos y causamos, del amor que damos y recibimos.

Una lástima que haya los que no se dan cuenta de eso y viven engañados de "estar en lo correcto" bajo su manto de perjuicio. 

Una lástima que hayan los que viven de autoflagelarse y autocompadecerse en un círculo vicioso, a veces arrinconados por los que viven de escupir odio, a veces por aferrarse a la venda de soledad que se autoimpusieron, o simplemente por los pensamientos de su mente cansada de la monotonía que ellos mismo crearon a su alrededor, quizás por los problemas que la vida les impuso, por las malas decisiones que tomaron o por ignorar el llamado de alerta de su fortaleza al romperse y no buscar ayuda.

"Que la vida no es fácil", para nadie lo es. Y si te vas a aferrar a algo, por favor que sea a la vida y a tus ganas de ser feliz.

Cada quien es feliz a su manera, cada quien tiene derecho a compartir su vida con quien crea que le haga feliz, cada quien tiene derecho a cometer errores de los cuales aprender, cada quien puede vivir como quiera hasta el límite del bienestar de sus semejantes.

Si quieres amar, ama. Con quien sea, como sea. Siéntete libre de ser quien eres y de amar a quien quieras amar.

Nadie tiene derecho a juzgarte por ser feliz.