Fue mucho tiempo y dedicación, noches devastadoras donde simplemente me preguntaba qué hacer ya que la soledad era lo único que me rodeaba —ya que, te confieso que mi primogénita no es hija de sangre de mi marido; aún así, con él creció, él la vio caminar, reír, correr, él siempre será su padre.— pero soy feliz con lo que he conseguido, poco a poco todo está cayendo donde debe de y yo estoy tranquila, sabiendo que lo fuerte ya ha pasado y me toca disfrutar. (…) Te estaremos visitando, totalmente, igual que encargaré un par de pinturas para decorar nuestro hogar. Amo el arte aunque mi más grande amor siempre fue el ballet, aún conservo mis zapatillas de ballet, he-he.