A los 12 años comenze a escribir, escribir relatos de mi vida, por mas corta y no muy interesante que sea, quiera hacer ver el punto interesante en mi, no era la típica chica aburrida que guardaba sus historias en un cuaderno de triple reglón en su casillero, ese casillero que ni siquiera era mío totalmente, me lo regalo la nueva alumna al ver que mis cuadernos se caían por los costados de mi carpeta. A mediados de primaria mi papa hizo que me interesara en la oratoria, me puso en un concurso de mi colegio, ese concurso al que todos llamaban: “ven a hacer el ridículo y gánate un diccionario”, para mi no era hacer el ridículo, era demostrar lo que me gustaba hacer, lo que yo consideraba mi talento y que quizá lo era, y así… tres años seguidos gane ese concurso tanto en oratoria como en declamación; mi padre siempre estuvo, está, y estará orgulloso de eso. Me encantaba la moda de alguien cercana a mi, me encantaba como vestía y como actuaba, trate de seguir su estilo, y definitivamente ese no era mi estilo; mi estilo era una chica aburrida, negativa, con el sueño de ser una escritora de grande, escondiendo sus historias escritas con autor anónimo en su casillero gris, en un salón que se encontraba al costado del baño y que la mayoría de sus estudiantes eran egoístas o presumidos por las cosas que tenían, que ella no tuvo, pero las tendrá de grande. Así día a día  año a año, aprendía mas de la vida, a mis cortos 12 años me encantaba hacer algo, escribir, votaba mi ira con eso, y salían grandes palabras guardadas en mi, y que nunca pensé que serian así  pensaba que cada año que llegaba era mas fácil que el anterior, pero no, solo era una chica en plena pubertad pensando que hacer al día siguiente y tratando de ignorar las criticas de los demás aunque servían de mucho, comenzando por lo que amaba hacer… bailar.