poetapalomares

Los cantos primaverales de mi alma comienzan a susurrar, evocando elegías, escudriñando todo cuanto existe. El palabreo de mi voz se vuelve tenue contemplando la niebla que cubre mis ojos. Los campos del mago comienzan a echar raíces en mis venas, dándome de comer la ciruela de sus labios
          	
          	Se dilata mi corazón esperando su llamado, el llamado de postrarme en la hierba de los campos de mi tierra, deteniendo el tiempo en un suspiro y cabalgar de nuevo en la nostalgia y cubrir el llanto en la inocencia de los pájaros
          	
          	Comienzan arder mis ojos como hoguera, atrapados entre la pólvora y el ruido de la ciudad, leyendo los carteles que deslizan mis manos, manos que adolecen el cantar de los cantares

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Los cantos primaverales de mi alma comienzan a susurrar, evocando elegías, escudriñando todo cuanto existe. El palabreo de mi voz se vuelve tenue contemplando la niebla que cubre mis ojos. Los campos del mago comienzan a echar raíces en mis venas, dándome de comer la ciruela de sus labios
          
          Se dilata mi corazón esperando su llamado, el llamado de postrarme en la hierba de los campos de mi tierra, deteniendo el tiempo en un suspiro y cabalgar de nuevo en la nostalgia y cubrir el llanto en la inocencia de los pájaros
          
          Comienzan arder mis ojos como hoguera, atrapados entre la pólvora y el ruido de la ciudad, leyendo los carteles que deslizan mis manos, manos que adolecen el cantar de los cantares

poetapalomares

EN CUERPO Y ALMA
          QUIERO COMPRENDER AL ESCRITOR
          
          Desprendí las cargas de mi yugo para escribir estas líneas. Olvide purificar las manos ásperas de arcilla, y ¿por qué no preguntarle a la fuerza invisible del universo, que será de mi destino?  Sentir de nuevo que soy barro, que soy Adán en el jardín del Edén. 
          
          Hoy me he sentido como el árbol de manzano que cae sobre los pies de la inmaculada,  como la fruta deliciosa que al morderla el dulce amargo de lo divino me excita a pecar en el mismo deseo de sus labios.
          
          De mi costilla se ha desprendido la diosa que 
          envuelve mis manos sangrientas de la belleza, la belleza de lo que es cogido por mis ojos.
          Sobre este escritorio escondo lo refugiable, escondo a mi enemigo la mente y a su cómplice que es la propia muerte.
          
          No estoy solo, estoy en cuerpo alma y quiero dar inicio a la obra de la vida porque escribo mi propia historia.