¿Más fuerte? No, no te lo voy a decir.
Te lo voy a demostrar. ¿Qué te crees que soy, un humano frágil y patético como tú? No, soy un ghoul, una criatura superior que se alimenta de tu especie. Y tú eres mi juguete, chico.
Exclamó con una sonrisa malvada, mostrando sus colmillos y sus ojos rojos.
No le importaba que Chris tuviera un arma, sabía que una bala normal no le haría daño, además de poder esquivarlas o incluso, bloquearlas con su kagune.
¿Protegerte? ¿Por qué haría eso? Solo te he salvado porque me aburría y quería jugar un poco. No esperes que te eche una mano de nuevo, a menos que me des algo a cambio. Algo que me apetezca, como tu carne, por ejemplo.
Añadió Ayato con un tono burlón, lamiéndose los labios. No tenía intención de comerse a Chris, al menos no de momento, pero quería asustarlo y ver su reacción.
No llevo mucho tiempo por aquí, pero como habrás notado, este mundo se encuentra infectado por un virus que convierte a las
personas. ¿Zombies? ¿Monstruos? ¿Experimentos? Me da igual, solo son obstáculos a eliminar.
Continuó el ojiazul con una actitud desafiante, mirando a su alrededor con curiosidad. No le tenía miedo a nada, al contrario, le gustaba el peligro y la adrenalina.
Así que, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a seguirme y ver de lo que soy capaz? ¿O vas a quedarte aquí y esperar a que los zombies te devoren? Tú decides, chico. Pero te advierto, si me sigues, tendrás que seguir mis normas. Y mi primera norma es: no me estorbes.
Concluyó con un tono autoritario, señalando con su dedo a Chris. Luego, sacó su kagune, una especie de alas negras con puntas afiladas, y se preparó para salir del callejón.